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La bicicleta celebra su bicentenario de manera discreta

La bicicleta tiene 200 años de vida y pocos parecen acordarse de su cumpleaños, justo en un momento en el que se prepara para ser la protagonista con la gran carrera del año, el Tour de Francia, que comenzará el sábado precisamente en Alemania, el país de su inventor, Karl Drais.

«No se celebra nada porque no es algo que se conozca», se resigna Claude Reynaud, un historiador aficionado francés, que batalla desde hace medio siglo para defender la memoria de la bicicleta, un método de transporte utilizado en todo el mundo.

Claude Reynaud, viticultor y responsable de un museo sobre la historia de la bicicleta, posa en Aviñón (Francia), el 9 de junio de 2008 © AFP Pascal Pavani

«El Tour de Francia sale de Düsseldorf este año, pero cuando la Grande Boucle presentó su trazado nadie habló del bicentenario. No es algo que se sepa fuera de pequeños círculos», lamenta este aficionado al ciclismo que es también viticultor en el sur de Francia.

En Domazan, muy cerca de Aviñón, tiene un museo donde reúne piezas destacadas de la historia de las dos ruedas, de motos también, pero reconoce que su debilidad son las bicicletas.

«Podría hablar de esto durante horas», asegura Reynaud, autor de varios libros sobre el tema, que vende únicamente en su castillo-museo. «Es por simple pasión», indica.

Buscando el equilibrio 

El historiador explica que el 12 de junio de 1817, «por primera vez, un hombre se montó en un vehículo de dos ruedas y salió en ruta», en la región de Mannheim (Alemania).

El viticultor francés Claude Reynaud posa en su museo de la historia de la bicicleta en Domazan (Francia), el 30 de mayo del 2000 © AFP Philippe Desmazes

El responsable fue el barón de Drais. «Descubrió el equilibrio sobre dos ruedas. Como todas las invenciones geniales, es algo que parece fácil, pero alguien tenía que pensarlo», subraya Claude Reynaud.

Los inicios no fueron fáciles. Cuando Karl Drais organizó una exhibición de su invento en el jardín de Luxemburgo en París, en 1818, «fue una catástrofe», cuenta este historiador. «Se veía algo ridículo, hicieron muchas caricaturas», de las cuales algunas se conservan en su museo.

«Al principio no funcionaba, no llegaba a venderlas, se reían de él», prosigue. «Pero la idea se sembró». Los periodistas franceses la bautizaron como «draisiana».

Fue precisamente en Francia donde la historia de la bicicleta se aceleró. En 1866, Pierre Lallement añadió un pedal a la «draisiana» y creó así el velocípedo a pedales.

Contra las caídas

Después llegó la tercera etapa de la revolución del invento, con una gran rueda delantera en relación a la trasera, cuenta este coleccionista. Pero no era del todo práctico y las caídas eran frecuentes.

Así fue como se llegó en 1885 a la bicicleta con dos ruedas iguales, la cuarta y última etapa. «Después solo hay mejoras técnicas, pero todas las ideas existían ya, los cables de frenos, los pedales, las cadenas…», explica Reynaud.

«La bicicleta tuvo un éxito exponencial, sobre todo a partir de 1890 y tras la invención del neumático», concluye.

En su colección de Domazan tiene bicicletas de carreras, entre ellas de Jacques Anquetil y Raymond Poulidor en una inmensa reproducción de su famoso duelo hombro contra hombro en el Puy de Dôme. «Pero yo prefiero la historia de la bicicleta a las carreras en bicicleta», puntualiza, para subrayar su fascinación por el invento.

Lo único que lamenta este apasionado, que recibe 6.000 visitantes al año en su museo, es no poder contar con una de las últimas ‘draisianas’ originales, de las fabricadas por el propio barón: «Únicamente quedan cuatro y todas pertenecen a museos nacionales, no se pueden vender, así que no la tendré nunca».

AFP

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