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Jordan, Pelé, Muhammad Ali, Woods, Bolt, Phelps: ¿quién ha sido el suyo?

Por  Cristóbal Guerra –  crisluisguerra@yahoo.com- @camisetadiez

Un chamo camina por una calle de Caracas con una gorra puesta de medio lado, una franela amarilla por fuera dos tallas más ancha de la que le corresponde a su torso, unos pantalones rojos de mono bombachos, y unos zapatos tenis con las trenzas desamarradas. A un lado de los zapatos, dice: “Jordan”.

Era una moda de los años 90, y el muchacho llevaba su pinta con orgullo, porque ella lo distinguía de los demás. Era de la generación “Joldan”, así con L, y representaba a los nuevos jóvenes identificados con el jugador de baloncesto, por entonces rey de la NBA.

Su vestimenta se impuso en los barrios caraqueños de hace quince o veinte años, y nunca en las urbanizaciones, porque tenía que ver con una identificación social no siempre bien vista por las clases media y media alta. Seguramente Michael Jordan nunca se imaginó su influencia, pero más que una moda juvenil era una manera de subversión, no de tono político, sino de poder decirle a la sociedad que ellos estaban presentes y que tenían un peso.

Pocos como el basquetero para mediar socialmente. Por vez primera un deportista cambiaba estilos de vida. Este asunto “Joldan” invita a recordar a atletas famosos que trascendieron de diferentes maneras. Ídolos necesarios, representantes de la necesidad humana de seguir al ideal, a aquel que todo lo hará por él: un deportista, un cantante, un político, un artista. Hay en ellos un halo misterioso, un sortilegio venido de no se sabe dónde; están de pie en las fronteras que separan lo humano y lo divino. Cada quién elige al suyo: son los gustos de cada uno, las identificaciones de vida, y por eso es que el mundo es mundo.

Estamos hablando de contemporáneos, de aquellos con los que hemos coexistido. En el pasado, sin contar con el desarrollo de la comunicación de hoy, hubo tipos como Babe Ruth, que cambio la estructura del beisbol, o como Jesse Owens, que con sus victorias en la pista en los Juegos Olímpicos de Berlín, dio de cachetadas a Adolf Hitler y todas aquellas manos derechas levantadas en señal de nazismo furibundo.

Vuelta al presente

En los días del Mundial México 70, Pelé y su gesta triunfal movieron a los muchachos venezolanos a jugar fútbol y organizar campeonatos. Había en ellos un espíritu de imitación, más que de emulación, por seguir los pasos de o menino de Tres Coracoes y Brasil. Pero seguirlo siempre fue en los campos, nunca en la vida cotidiana como pasó con Jordan.

Muhammad Ali fue otra cosa. Era tal el asombro por su figura, el hipnotismo de su boxeo y su personalidad, que solo se le podía venerar; seguirlo, querer ser como él, era sacrilegio. Su influencia fue distinta: se esperaba tanto por sus peleas como por sus palabras, por sus posiciones ante la vida. Fue tan importante su carisma para la imaginación como el Jean-Baptiste Grenouille en El Perfume; y para la sociedad mundial, como Los Beatles o como el Mayo Francés.

Con Tiger Woods se destapó una fiebre por el golf nunca vista, pero preferentemente en Estados Unidos y Europa; no en Venezuela, por las limitaciones de su práctica entre gentes de limitados recursos económicos. Por eso su llegada a la gente fue epidérmica, sin una penetración que dejara huellas, pero también hay que decir que fue el primer golfista de la historia en ser seguido por la televisión y la afición mundial: “¿Cómo va el Tigre?”.

Usain Bolt y Michael Phelps son fenómenos de nueva ola. Habrá que esperar por ellos, a ver si son capaces de habitar en el gusto popular. Sus deportes, el atletismo y la natación, son poco televisados, poco difundidos por los medios; solo los Juegos Olímpicos tienen para ellos generosa pantalla. En cierto sentido son apreciados como dos monstruos, como semidioses capaces de reventar relojes y no como hombres de carne y hueso.

¿Quién vendrá ahora? Jugadores de moda y mundialmente famosos como Cristiano Ronaldo y Lionel Messi solo se han manifestado como una versión de fútbol, y aunque son cautivantes en cada partido, han tenido poca llegada en la opinión pública en otros campos de vida. Detrás de ellos, son pocos lo que se ven como líderes de la palabra y las acciones.

Todos estos unicornios hacen falta. Han sido únicos y la gente los ha hecho suyos. Después de ellos la vida no ha sido igual. Con intención o no, y cada uno a su modo, los hombres singulares han sido huracanes que han despertado pasiones y opiniones. Como Michael Jordan, como Pelé, como Muhammad Ali, como Tiger Woods. ¿Quién ha sido el suyo?

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