jueves , marzo 28 2024

La polifacética obra de César Enríquez

César Enríquez (1918-1999) es principalmente recordado como director de cine y televisión; no obstante, este artista venezolano dejó una importante obra plástica inscrita en el abstraccionismo geométrico. Del mismo modo, este creador fue figura relevante del grupo de pintores que serían conocidos como Los disidentes, en su actitud de irrupción en contra de las artes figurativas.

En tanto director de cine; su obra cumbre, La escalinata (1949), es quizá la película más emblemática de la estética neorrealista por estos lares. Es de recordar que ese movimiento originario de la Italia de posguerra se basaba en una representación directa y honesta de la realidad, incluso mediante la participación de actores provenientes del “mundo cotidiano”. El carácter visionario de este filme está centrado en el planteamiento de dos realidades vinculadas a través de la figura simbólica de La escalinata, que expresaría el leitmotiv de lo que sería el barrio venezolano en los años setenta. Un detalle curioso es el hecho de que la cinta hoy en día forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Pero volviendo a su obra en tanto artista de la pintura, este cineasta ya tenía un trabajo que había causado la atención de la crítica cuando ganó la primera edición del Gran Premio del Salón Arturo Michelena en 1943. Sin embargo, las posibilidades estéticas que eran legitimadas durante esa época coartaban el impulso creador tanto de este artista como de otros jóvenes de avanzada de esa generación, de manera que hacia 1950 apareció en París el grupo Los disidentes, donde Enríquez junto a Alejandro Otero, Pascual Navarro, Mateo Manaure, Carlos González Bogen, Luis Guevara Moreno, Pedro León Zapata, Régulo Pérez, Alirio Oramas y Mario Abreu protagonizarían una ruptura con las formas prestablecidas de la plástica venezolana. Estos artífices estuvieron agrupados en torno al pensamiento filosófico de J. R. Guillent Pérez, importante intelectual de corte místico durante ese período.

Durante una entrevista que le realicé durante sus últimos años de vida, recuerdo el tono inclusive nostálgico con el que se refirió a su vivencia con figuras como Julio Cortázar durante su época en París.

No obstante, y como dije al principio, el aspecto más conocido de esta figura fue su trabajo como director de televisión y sus legendarias piezas: Teatro semanal o Los casos del inspector Nick, amén de telenovelas como Valentina, La Fiera, Leonela o series como la del Jeque, basada en el homónimo estafador de los años setenta.

Durante sus últimos años, César Enríquez había experimentado un retorno a la pintura en el espíritu del abstraccionismo geométrico. Era usual verle leyendo asiduamente en su jardín, las Vidas de los santos, entre otras cosas. La muerte le sorprendió hacia el fin del siglo XX y pasó casi desapercibida en ese instante; sólo recibiendo algunas líneas en la prensa y ninguna mención del canal al que dedicó su vida. Este texto es una celebración de su vivencia y obra; quehacer de un momento imperecedero en los anales del arte.

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