jueves , abril 25 2024

Viva la risa

Cuando Teresa perdió a su padre, se vio afectada por una tormenta emocional. Primero, liberó la angustia e impotencia de las horas de agonía con un grito de dolor; luego, el sentimiento de desamparo dio paso al suave llanto de la huérfana que se niega a despedir al autor de sus días, y; finalmente, una carcajada cristalina se adueñó de ella, por momentos, al recibir las condolencias de su amiga Josefina, cuyo comentario desató un desenlace imprevisto por la emoción de ese encuentro.

Muchos no saben lo importante que es la risa para la salud integral. Se ha demostrado que el organismo libera unos neurotransmisores, las endorfinas, (sustancias producidas por la glándula pituitaria y el hipotálamo) durante el ejercicio, la excitación, el dolor, el consumo de picantes o chocolate, el enamoramiento y el orgasmo, ocasionando instantáneamente una sensación analgésica, de placer y bienestar. Eso explica también por qué nos sentimos aliviados cuando lloramos y, por si fuera poco, cuando reímos nuestras defensas suben, nuestra presión sanguínea se estabiliza, nuestro colesterol baja y hasta favorece la digestión y reduce la glucosa en sangre. Y es que el buen humor es la clave de la felicidad, entendiéndose como tal, no la ausencia del dolor, sino la vivencia del bienestar afectivo que nos permite adaptarnos a los cambios.

Durante la infancia, reímos mucho cuando observamos que alguien torpe cae bruscamente. Aún recuerdo cuando mi maestra de Manualidades tropezó con la tarima y cayó a todo lo largo hasta besar el piso. Igual que el payaso en un circo, su caída me produjo muchísima risa. Pero en mi caso, no podía controlarme porque esa maestra siempre estaba de mal humor, hasta el punto de que, aún después de su caída, no paraba de regañar a toda la clase. En la época adulta, disfrutamos de los chistes por la complejidad de los procesos intelectuales que desencadenan mecanismos de asociación y contraste ante situaciones inesperadas. El resultado es el mismo: la risa con liberación de endorfinas. Me sorprendió, sin embargo, saber que los hombres tienen más ingenio para contar chistes que las mujeres, aunque ellas ríen más. En definitiva, está claro que la risa cura, alienta, alivia y mejora nuestro estado de ánimo y los chistes son un excelente medio para provocar la risa.

Como señal emocional, la sonrisa es la más contagiosa de todas y el hecho de sonreír, alienta los sentimientos positivos. Pero, ¿y qué me dicen de la sonrisa de un niño? Los niños son campeones para estimular y producir sonrisas. Sus explicaciones, relatos y opiniones nos conmueven, a tal punto, que no podemos evitar la risa aún en el más duro acontecer de sus vidas. La empatía que se crea entre madre e hijo o maestra y niño, permite percibir instantáneamente lo que el pequeñín puede sentir. Su ternura e inocencia salpican de alegría el más aciago de los días. Y cuando vemos que un niño nos sonríe desde el carro de al lado, renovamos nuestro contrato con la vida. En ese preciso momento recordamos que sí hay futuro y la esperanza en un mundo mejor. Significa que dos generaciones se comunican sin palabras a través del más maravilloso don de la naturaleza humana: la capacidad infinita de amar.

¡Que viva la sonrisa! ¡Viva por siempre la risa!

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