jueves , marzo 28 2024

Taita Boves: Repasando a nuestros caudillos

Libremente inspirado en la obra literaria Boves, el Urogallo de Francisco Herrera Luque, el reconocido director venezolano Luis Alberto Lamata lleva al cine la épica del más famoso antihéroe de nuestra historia
Por Carlos “Caque” Armas

Aquello del malo malísimo que se peina los bigotes al tiempo que ríe “muaca muaca” mientras planifica sus maldades, nunca funcionó para Francisco Herrera Luque. Tampoco lo hicieron los héroes independentistas inmaculados y pulcros, montados en plazas y pedestales exentos de humanidad. La historia la escriben los vencedores (y los que la puedan manipular), por eso su obra fascinaba y sigue fascinando por su forma de cuestionar lo mil veces dibujado y de fabular ciertas lagunas de la historia de Venezuela.

Cuando en 1972 publicó su novela acerca de José Tomás Boves -personaje desvirtuado hasta el cansancio por las vergüenzas y orgullos de historiadores, guerrero terrible, sanguinario y protagonista de leyendas-, ésta se convirtió en un éxito inmediato. Hoy es considerada como una de las obras indispensables de la literatura venezolana.

Entre quienes se devoraron los primeros tirajes de la novela en una sentada, estaba el padre de quien sería uno de los directores más destacados de Venezuela: Luis Alberto Lamata.

“Siempre me interesó mucho la historia, el cuento de qué había pasado antes. Buena parte de ese interés viene gracias a mi padre, quien disfrutaba narrándonos los cuentos de la historia de Venezuela muy, muy bien”, comenta el director. “Yo tenía como 15 años cuando mi papá leyó y comentó Boves, El Urogallo. Yo la heredé y devoré. Recuerdo que fue una lectura afiebrada, de esas que no se detienen. Me emocionó mucho, yo sentía que allí estaba reflejado el país de una manera que no había visto antes. Era interesante, con una forma novedosa de abordar nuestro pasado y las razones de los procesos alrededor de nuestra independencia.”

Poco después de la publicación de la novela, se hizo una adaptación para TV con guión de José Ignacio Cabrujas y con Gustavo Rodríguez en el papel protagónico. Era una de las cosas más redondas que se habían hecho en nuestra pantalla y el joven Luis Alberto ya tenía interés en el cine y la TV. Poco sabía que más de 30 años después, él y su productora Jericó LL Films llevarían a la pantalla grande su propia visión de Boves, El Urogallo.

“Taita Boves hay que verla como la visión libre y personal de un autor que respeta a un autor mayor como Herrera Luque. Si bien está inspirado en la novela, es una versión muy personal. Para mí, tiene sentido ser responsable de una mirada que posea parte de mis vivencias personales y de un país que 30 años después no es el mismo que cuando se publicó la novela”, cuenta Lamata.

-¿Qué cree que opinen los puristas y fanáticos del texto original?

-La integridad de la novela sigue intacta, traicionarla seria cambiarle puntos y adjetivos. La novela está ahí, tan maravillosa como es, me coloco entre los que le tienen mucho apego. Los más puristas tal vez van a echar en falta la parte de la novela que tiene que ver con El Pez que Escupe Agua, otra de las novelas de Herrera Luque, pero cinematográficamente implicaba un acercamiento distinto. Es una trama interesantísima, pero más propia de una miniserie.

-Esta es tu segunda película en co-producción con la Villa del Cine. ¿No temes que te vinculen con un cine gobiernero y propagandista?

-En absoluto. Boves es una circunstancia distinta en mi relación con la Villa. Miranda Regresa fue también una satisfacción, pero en ese caso, ellos me contrataron para dirigirla. Taita Boves es una co-producción. Se estableció una relación que permitió que la Villa fuera uno de los participantes y estoy muy contento con los resultados, tanto, que estaría dispuesto a trabajar con ellos otra vez. Sé que existen prejuicios, pero hay que aprender a navegar por encima de ellos. No podemos permitir que los extremos enfermos de ambos bandos afecten lo que debe ser la vida normal de un país. Los extremos intolerantes no dejan avanzar.

-Uno de los puntos fuertes de la película es la actuación de Juvel Vielma, un actor joven, de teatro, que al ver la película resulta toda una revelación.

-Empezando el proceso de buscar a Boves, pregunté mucho por gente nueva. Era un papel difícil, pues no sólo debía ser buen actor, sino tener un físico determinado. Debía montar a caballo, no tener más de 30 años, tenía que verse bien con el pelo rojo y, sobre todo, debía ser un actor que tuviera la pasión y locura que un personaje como Boves debe haber tenido. Preguntando llegué hasta Juvel, a quien vi por primera vez en un montaje de Héctor Manrique llamado Fin de Partida. Él hacía un papel extraordinario. Los castings son mentirosos, te cuentan poco de lo que es un actor. Yo, personalmente, prefiero otro tipo de acercamiento. Así que no hubo casting. Leímos algunas escenas, conversamos un poco y decidí que ese chamo era el Boves que yo me imaginaba. En el resto del elenco, también hay actores conocidos como Gledys Ibarra, Daniela Alvarado y Luis Abreu, por nombrar algunos. Si hay algo que me gusta de Taita Boves, es que combina nuevos y viejos actores.

Taita Boves se filmó en locaciones de Valle de la Pascua, en el estado Guárico. Ahí se recrearon batallas y exteriores en plena temporada de lluvias, cosa que complicó mucho el rodaje. Hubo escenas donde el barro le llegaba a los actores y al equipo, literalmente, hasta las rodillas.

-Taita Boves habla sobre un lado muy oscuro de nuestra historia independentista. De hecho, tengo entendido que la película se hace intencionalmente más sombría en la medida en que el personaje se hace también más sombrío. ¿Qué esperas que pase en el público cuando vea esta película?

-Me interesa que se lleven preguntas e inquietudes sobre lo que es el pasado de Venezuela. Siento que un país necesita tratar de comprender su pasado, que no es lo mismo que anclarse en él o creer que lo que pasó antes es una maldición que nos va a perseguir por siempre. Un país necesita su pasado para tener identidad, igual que uno necesita su memoria. En la película, lo que sigue al título es una pregunta: “¿Hasta dónde llega tu venganza, Taita Boves?” Tengo ganas de hacerles la misma pregunta a todos los venezolanos por muchas circunstancias del presente.

-¿Qué sigue para Lamata?

-Vacaciones nunca. Tengo guiones en proceso, dos proyectos paralelos a ver cuál consigue financiamiento. Como cineasta, si quieres adelantar, debes cargar con un baúl de ideas a cuestas. Por cada película que uno hace, siempre hay cinco o diez que se quedan en distintas etapas. Hay un par de ellas que espero puedan salir adelante.

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