viernes , abril 19 2024

Messi y Ronaldo, la maravilla del tiempo actual

La polémica se ha desatado sin ninguna razón. ¿Quién es mejor? Tonterías, las discusiones son afluentes que jamás llegan al río madre y, por tanto, son balas perdidas en medio del fragor de una batalla sin vencedor.

Gol de Lionel Messi, gol de Cristiano Ronaldo. Triunfo del Barcelona, triunfo del Real Madrid. Son los equipos en boga, y con la multiplicación de los medios de comunicación social, con su poder inconmensurable, los partidos entre los dos titanes españoles llegan hasta el último confín de la Tierra. Y un buen día de estos, pegados a un aparato de televisor, también lo verán los astronautas en la Luna.

Messi y Ronaldo han coincidido, pero no para las encendidas tertulias, sino para hacerle un bien al fútbol que, hasta antes de ellos dos, no parecía posible. Ha sido un encuentro feliz, que tiene al mundo pegado al balón, en una suerte de hipnosis colectiva que con su embrujo ha magnetizado al planeta entero.

Damos vuelta atrás y, en retrospectiva, no recordamos haber pasado por un episodio así. ¿Di Stéfano y Pedernera? ¿Pelé y Garrincha? ¿Van Basten y Ronaldo el brasilero? ¿Maradona y Gullit? ¿Zico y Maradona? Tal vez sean travesuras de la siempre inquieta memoria, pero nos parece que los anteriores enfrentamientos tuvieron siempre matices de fugacidad, quimeras del tiempo que no permitieron establecer, con propiedad, los parangones.

¿Messi y Cristiano Ronaldo? Tal vez el asunto está en la forma de mirarlos. Más vale disfrutar de todo aquello de lo que son capaces, y vaya que tienen mil cosas por decir, para compararlos. El uno hace del sortilegio y la lírica su verdad; el otro, de la espectacularidad y la potencia su show magnífico. Medirlos es inútil, tanto como una lágrima en la lluvia, porque lo importante es lo que ellos hacen, y están por hacer, por el fútbol.

En estos momentos, ¡válganos!, se nos ocurre pensar  no en el final de esta ardiente temporada, sino en la que habrá de venir a partir de septiembre. El Barsa ha entrado en tratos con el Santos brasilero, y ya corre, como pólvora encendida, que Neymar irá a la Ciudad de los Condes a ponerse la camiseta blaugrana número 11. El joven de 20 años de edad, la última perla dada por su país, se unirá a Messi para ofrecer la puesta en escena más reluciente que se pueda imaginar: fiesta de gambetas e imaginaciones, improvisar sobre la improvisación, inventar sobre lo que ellos inventen. Además, ahí está el chileno Alexis Sánchez, también hombre de ataque, que está buscando su lugar.

El Madrid está por responder.Ante las arremetidas catalanas, busca a un hombre de medios, un vendedor de espacios, y en este momento está pensando en el uruguayo Edinson Cavani, fiera de redes del Nápoli, presto a no desentonar. Por ahí, además, está el colombiano Radamel Falcao García (para algunos atrevidos opinadores, el mejor centro delantero de la actualidad) acechando la oportunidad que no parece utópica: el Atlético de Madrid lloraría con creces su partida.

Detrás de todo esto, en la tramoya metafórica del tinglado, está la Liga Española, vertedero de todo el color de los grandes jugadores. Se frotan las manos por los ingresos de televisión, que superarán con creces las inversiones del Barcelona y del Real Madrid: las compras de los cracks los beneficiarán a todos. ¿Qué importan al Sporting de Gijón, al Zaragoza, al Villareal, no ir a torneos internacionales, con sus esperanzas marchitas al nacer, si en medio de ellos estará el cuerno de la abundancia de los gigantes?

Vengan Messi, Cristiano Ronaldo, Neymar, Cavani y García. Vengan, porque más allá de una rivalidad que solo existe en la mente de los aficionados, a su alrededor brillan los centellazos de una incontable millonada de dólares.

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