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Madrid exhibe la gloria y los misterios de El Bosco

Madrid (AFP).- Cinco siglos después de su muerte, el holandés Jerónimo Bosch, alias «El Bosco», sigue siendo venerado como «un maestro de la ambigüedad»: una exposición sin precedentes en Madrid celebra «la inmensa capacidad de invención» de este misterioso pintor de santos y monstruos.

El contenido de sus obras sigue siendo «en ocasiones difícil o casi imposible de descifrar, al haberse perdido en nuestros días muchas de las claves para interpretarlas», advierte el madrileño museo del Prado, orgulloso de exhibir hasta el 11 de septiembre su retrosprectiva más completa, que lleva preparando desde hace 20 años, con 21 pinturas y ocho dibujos llegados de Europa y América.

La reina de España, Letizia (izda.), observa junto a la princesa Beatriz de los Países Bajos y el rey de España, Felipe VI, 'El jardín de las delicías' de El Bosco, el 30 de mayo de 2016 en el museo de El Prado de Madrid | AFP
La reina de España, Letizia (izda.), observa junto a la princesa Beatriz de los Países Bajos y el rey de España, Felipe VI, ‘El jardín de las delicías’ de El Bosco, el 30 de mayo de 2016 en el museo de El Prado de Madrid | AFP

Jheronimus van Aken nació alrededor de 1450 en una familia de pintores en Hertogenbosch -Bolduque-, una localidad holandesa de donde tomará el pseudónimo de Bosch.

Contemporáneo del italiano Leonardo da Vinci, falleció en 1516, sin que se conozcan todavía los motivos, en su próspera ciudad infestada entonces por una epidemia de cólera, recuerda la comisaria de la exposición, Pilar Silva.

A finales de la Edad Media, cuando la tradición impregna la vida cotidiana, El Bosco pinta numerosas escenas bíblicas como su extraordinaria «La adoración de los magos» -que El Prado presenta por primera vez restaurada-, célebre por su rey negro vestido de blanco y ofreciendo en su mano un fénix.

Pero la imaginación del pintor se desataba cuando los clientes privados le encargaban una obra profana. «Fue el primer artista europeo que no puso freno alguno a la asociación casi incontrolada de elementos iconográficos, a la inventiva formal y a la libre elección de ideas», explica el experto Paul Vandenbroeck en el catálogo.
En el «Tríptico de las tentaciones de San Antonio», prestado por el Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa, una pareja cabalga sobre un gran pez volador.

«¡Es surrealista!», se sorprenden todavía los visitantes que descubren en el Prado ‘El jardín de las delicias’, pintado por el Bosco cuatro siglos antes de la eclosión del movimiento surrealista.

Un hombre observa las pinturas de El Bosco el 27 de mayo de 2016 en el museo de El Prado de Madrid | AFP
Un hombre observa las pinturas de El Bosco el 27 de mayo de 2016 en el museo de El Prado de Madrid | AFP

¿Moralista o autoirónico?

En el infierno de El Bosco, los humanos, desnudos, son torturados de todos los modos posibles por seres híbridos, mitad humanos mitad bestias, en unas escenas escabrosas e incluso delirantes.

¿Pero cómo un buen cristiano como El Bosco pudo pintar estas escenas siendo miembro de una cofradía dedicada al culto de la Virgen? ¿Y por qué el rey español Felipe II, muy católico, adquirió tantas de sus obras?
Todavía hoy, «la mayoría de los expertos considera al maestro un moralista religioso y satírico. Una y otra vez, El Bosco previene al espectador contra los pecados y la ‘locura’ del hombre», asegura el experto holandés Eric de Bruyn en el catálogo.

«Yo no hablaría en absoluto de un moralizador», rebate el especialista Frederic Elsig, contactado por la AFP en Ginebra. Para él, El Bosco supo responder «al gusto por la novedad de la corte de los Habsburgo, donde la consigna era ‘sorprendedme'» retratando las derivas de la sociedad en la que vivían. «Hay un autorretrato de Bosch en El Jardín de las Delicias», explica, «con un plato encima de su cabeza que lleva los emblemas de la lujuria que viene a decir que está obsesionado con esto de manera autoirónica».

La controversia sobre El Bosco no termina aquí pues también hay dudas sobre algunas de las pinturas presentadas en la exposición como suyas. Tres obras conservadas por El Prado fueron «desatribuidas» por un comité de expertos internacional creado en Holanda, aunque el museo madrileño sigue defendiendo su autoría.

«Deberíamos poder desdramatizar las desatribuciones», comenta a la AFP Cecile Scaillierez, conservadora jefe del departamento de pinturas del Louvre. Citando la tesis del historiador del arte vienés Fritz Koreny, Scaillierez invita a explorar la hipótesis de la existencia de «un genial colaborador que habría captado todo de Bosch: un zurdo que habría realizado el dibujo subyacente de numerosas obras como ‘El carro de heno’ o ‘La nave de los necios'», prestada esta última al Prado por el museo parisino.

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