sábado , abril 20 2024

Los melómanos, ¿nacen o se hacen?

César Miguel Rondón Pienso en César y escucho su voz. Ése inconfundible tono que alcanza a vender las marcas más reputadas. Esa inconfundible cadencia que hace que creamos en su palabra. César ha sido la voz e imagen de empresas comerciales e instituciones nacionales e internacionales. Él es un hombre de la comunicación y la música. Escribió El libro de la Salsa, publicación de culto para los amantes de este género. Me lo imagino bailando salsa en Nueva York, mientras Rubén Blades está tocando

“Un melómano es aquél que disfruta la música de una manera integral, profunda y vital.

“Papá solía oír con devoción tangos y boleros. También uno de mis tíos fue un gran melómano de barrio y él me introdujo desde muy pequeño en ese mundo. Ahora, por generación uno es más de los Beatles, más rockero. Yo vengo de una familia de clase media, pero la música caribeña estaba latente gracias a mi tío. Recuerdo el año 1967, cuando vino Eddie Palmieri con motivo del cuatricentenario. Aquello me cambió el mundo. Se presentó en un sitio que se llamaba El Rodeo, frente al Ping 5 de los Palos Grandes. Palmieri fue una revelación que me puso el mundo patas arriba. Entonces yo era percusionista y baterista de rock y de jazz y tocaba con el Negro Maggi en L?Insolite y después con José Ignacio Pérez Perazzo en su banda. Traté de tocar muchos instrumentos, te imaginarás. A parte del gong, el güiro, disfruto con el bongó y la batería.

“Por los años setenta me mudé a Nueva York y experimenté de cerca el mundo de la salsa, que había vivido y relatado en mis dos programas en Radio Nacional de Venezuela, Montuno y su Guaguancó y Quiebre de Quintos. Me hice amigo del cantante Rubén Blades y juntos terminamos escribiendo la primera ópera de salsa: el álbum doble Maestra vida, un proyecto osado para la época. Al poco tiempo, en 1980, salió mi Libro de la Salsa, que fue reeditado en 2005.

“A cada rato siento la necesidad de hacer sonar la música. Cuando mi papá me dejó usar su tocadiscos, empecé a poner mi propia música y desde entonces no he dejado de hacerlo.

“La música me acompaña constantemente, excepto cuando duermo o cuando estoy al aire. Básicamente lo que oigo a diario es jazz.

“Recomiendo cinco discos venezolanos: el de Gonzalo Teppa, el último del C4 Trío, el de Pacho Flores, el volumen 2 de La canción de Venezuela, con los dos Aquiles (Báez y Machado) y Alexis Cárdenas. Y el del Ensamble Gurrufío con Alfredo Naranjo.

“A través de mi programa de radio invito constantemente a músicos, ellos descargan en vivo.

“Llegué a tener una colección voluminosa de discos de pasta. Hoy en día todo se resume en el iPod, cada vez más gordo.

Yajaira Nuñez Es una mujer de armas tomar. La conocí en una rueda de prensa que daba el escritor Tomás Eloy Martínez. Nunca olvidaré su pregunta. Es periodista, promotora cultural y locutora. La recuerdo siempre en movimiento. Organizando, presentando un evento o con su grabador haciendo preguntas incisivas. Verla manejarse me ha enseñado a ser periodista. Conduce el programa La vida por un huequito en Radio Capital los sábados de 11am a 1pm

“Los melómanos son aquellas personas en cuyas vidas, la música y todo lo que la rodea tienen un lugar especial. Son seres pasionales, sensibles y profundamente emotivos. No conciben la vida sin ésta.

“Desde mi infancia escuché música con mis padres, mis abuelos, mis tíos y tías. Tuve un tío abuelo que fue el primer oboísta de la Banda Marcial Caracas, cuando el director era Pedro Elías Gutiérrez, autor del Alma Llanera. Tenemos fotos familiares de él con su uniforme impecable. Lo llevaban con mucho orgullo. Los domingos por la mañana íbamos al Aula Magna a escuchar conciertos. Mis abuelos maternos fueron músicos de escuela. Mi abuelo fue profesor de flauta y mi abuela tocaba divinamente el piano, amén de mis tíos que tocaban varios instrumentos, violín, viola, flauta dulce. Se los intercambiaban entre ellos. Recuerdo el gran salón de la casa de mis abuelos, allá en San Cristóbal, en el que los domingos, luego del almuerzo familiar, todos pasábamos al salón, niños incluidos, a escuchar los valses y canciones que ellos nos interpretaban. Allí se les unía mi mamá que era la única que no tocaba un instrumento, pero que cantaba bellísimo, muy afinada. Recuerdo que cantaba canciones como Fúlgida luna, Conticinio, Solamente una vez y Noche de ronda, de Agustín Lara. Era todo un espectáculo. Lo recuerdo vívidamente, tendría como cinco años. Sí, la música siempre ha estado presente en mi vida.

“El momento que destapó mi pasión por la música fue en mi adolescencia cuando empecé a indagar por mi cuenta los sonidos de los instrumentos, de las melodías, las armonías, los arreglos, los géneros y la forma cómo la música me fue invadiendo sin darme cuenta. No escuchaba un tema o una canción por el hecho de escucharlo, quería descubrirlo, analizar sus letras, repetirlo varias veces, quería saber quién lo había escrito, por qué sonaba de esa forma y no de otra. En fin, descubrí que amaba la música con pasión desmedida y que sin ella no valía la pena vivir.

“La música me ayuda enormemente a sobrellevar el día a día. Si estoy estresada, escucho música y me calmo. Me tranquilizo. Me da paz. Es un bálsamo que me llena y me hace no necesitar más nada sino escucharla. Estas sensaciones vienen de adentro donde lo demás no importa ni me perturba, esa es la fascinación que la música ejerce en mí.

“Mi afición por la música es muy variada. Tengo cerca de dos mil cds o quizá más. A veces quiero escuchar los clásicos o jazz latino, o algo instrumental. Otras me da por oír temas de guitarras o de violín. Siempre depende de mi estado de ánimo. Para hacer ejercicio o caminar me encanta la salsa y también me meto mi ración de boleros. La música y sus intérpretes llenan mis momentos más productivos y personales.

“Es muy difícil escoger cinco discos, pero haré el intento. Los éxitos de Aldemaro Romero, Los tangos de Astor Piazzola, interpretados por el Sexteto mayor de Buenos Aires, Frank Sinatra interpretando a Cole Porter, Juan Luís Guerra y 440, cualquier disco de música clásica con sinfonías de Bethoven, de Bach o Rammaninoff.

“Te voy a confesar algo. Tengo 21 años conduciendo y produciendo un espacio de radio que se llama La vida por un huequito, todos los sábados de once a una de la tarde en la emisora Radio Capital. Ha pasado mucho tiempo. Estoy ahí y estaré ahí, siempre que los dueños no me boten. Ellos confían en mi trabajo y en mi gusto musical. Siento una libertad divina que no cambio por nada. Ellos me han permitido hacer cultura. Tengo un público cautivo que se remonta a mucho tiempo. Me informan de aniversarios, fallecimientos, cumpleaños de vida artística, de montones de cantantes y músicos, tanto venezolanos como extranjeros”.

Dario Alfredo Escalante Donzella Es un ser emblemático de una época en Caracas. Su vigencia es incansable. En la actualidad se desempeña como locutor y productor en la emisora 92.9fm, con el programa: La Música que sacudió, sacude y sacudirá al Mundo, los domingos entre 9 y 12 de la noche y de lunes a viernes como P.N.I. en el programa Resorte lado C entre 4 y 5 de la tarde. Además de escribir una crónica en la revista Emporio Magazine y grabar un programa para la radio en internet mariskalrock.com con sede en Madrid-España

“Un melómano es un amante de la música sin importar el género. Yo, por ejemplo, me dediqué al rock, aunque me gustan todas las tendencias. Lo hice para no diluirme y dedicar mi carrera en la radio a ese género en específico, aunque soy amante de otros estilos, como el blues y la salsa brava, entre otros.

“Creo que en mi familia se escuchaba mucha música, aunque de un género bastante diferente, como el mambo, los boleros, boggie-woggie, swing, jazz y claro, la Billo?s.

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