viernes , abril 19 2024

Los melómanos, ¿nacen o se hacen?

“Papá era un hombre tremendamente musical. En la casa de mi infancia, el disco era un ritual y oír radio era otro. Papá compraba muchos discos, los disfrutaba, se los aprendía. Él admiraba mucho el saber bailar, el ritmo. Son dos cosas que se hacían en mi casa con mucha frecuencia. Mi infancia estuvo rodeada de discos de Carlos Gardel, Alfredo Sadel, Felipe Pirella y también de grandes cantantes americanos como pueden ser Bing Crosby y Frank Sinatra.

“La familia de mi mamá también era altamente musical. Para mi abuela y bisabuela aprender a tocar los instrumentos y saber valorar la música era muy importante. Cuando creces con rituales es más fácil que te conviertas en un melómano.

“Sin embargo, a mí me introduce hacia este destino, la conciencia del primer tema musical que me gustó. Cuando estaba pequeño escuchando los cantos de cuna llegó un día en que resolví que me gustaba una canción más que otra. Esa canción que uno recuerda a esa edad marca los gustos musicales. La mía era una que se llamaba “La Pastora”. Viene serpenteando la quebrada de La Pastora, su manada y su tralalalala… Era como un chachacha. Años después supe que esa canción era de Tony Camargo. Él era un cantante de la orquesta de Luis Alfonso Larrain. ¿Por qué mi oído de niño se aprendió eso y no algo que estuviese cantando la Billo?s o Manolo Monterrey?. Me tocó crecer en una Caracas que estaba dividida como una rosa de los vientos en cuanto a gustos musicales. Era este, oeste, sifrino, niche, revolucionarios universitarios versus gallego bailable, salsa versus rock. Esto no debería existir, la música es un idioma universal y es una oferta que está al alcance de todo el mundo. Si quieres, puedes prender un radio y poner el tipo de música que desees. Y punto.

“Me convertí en un melómano cuando en los años 70 vino Duke Ellignton y a pesar de no haber podido ir a verlo, compré sus discos. Me di cuenta de que éste era el génesis de la salsa y que la salsa terminaba siendo una combinación entre lo que hacía la gente latina en Nueva York poniendo afinque latino, pero con muchos solos e improvisación que venían del jazz. En ese instante me percaté de mi melomanía. La epifanía ocurrió cuando agarré un disco de Henry Mancini que se llamaba Homenaje a los Bigbands. Allí escuché un trombón con el tema de Tommy Dorsey con el tema de “Getting Sentimental Over You” y otro de Duke Ellignton. Era como una especie de mosaico. Esto me hizo definir más lo que quería oír.

“Cuando comencé la universidad me di cuenta de que la radio seducía mucho. Yo estudiaba derecho y oíamos a Jacques Braunstein. Julio César Venegas, que estudiaba conmigo, consiguió un espacio en la radio y le tuve que prestar unos de salsa porque el programa que había conseguido era un programa de salsa. Cuando me gradué, José Manuel Andara tenía unos amigos en una emisora de radio y nos sacamos el título de locutor —que por cierto era dificilísimo pasarlo— y empezamos a hacer guiones para radio. Se me presentó un problema cuando caí en cuenta de que un abogado no se veía serio si estaba hasta altas horas de la madrugada poniendo música. Entonces decidí usar mi segundo nombre y apellido para el mundo de la música. Me llamo Guillermo Federico Vegas Pacanins. Comencé entonces en la radio. Al tiempo entré en la 95.5 e hice un programa que se llamó La cuarta noche y Pensando en jazz. Empecé a producir discos con Roberto Obeso y esto derivó en presentaciones teatrales y guiones de piezas de teatro musicales. Vilma Ramia nos dio muchas oportunidades y me llevó a presentar en una escena de teatro la música que me gustaba. Desde ese momento, nace mi trayectoria en el teatro como promotor musical.

“Hay unos discos que se llaman Caracas cuatrocientos años que son imprescindibles para un melómano. Estos son quince discos en cinco libros. Este proyecto fue capitaneado por Aldemaro Romero y se hizo en conmemoración de los 400 años. Por otro lado, recomiendo un disco de Miles Davis, Kind of Blue, de Duke Ellington Concert in Paris de 1963. Un disco venezolano esencial, Música para una ciudad volumen 1, allí encontramos grandes nombres como Vicente Carrero, Juan Carlos Núñez, Aldemaro Romero y Rafa Galindo que fue un gran personaje caraqueño y por último Tito Puente con Dancemanía”.

 

Marianella Salazar Es una mujer con una personalidad avasalladora, llena de vida. Una periodista muy reconocida en Venezuela. Ha conducido programas de radio toda su vida. Siempre la he admirado por su impronta elegante y su coraje. Vadea de la política a la música con una destreza magistral. Marianella es una mujer valiente y además sabe de música, es una persona muy completa

“Un melómano es una persona que necesita la música para vivir, desde la de Mozart hasta la de una lluvia torrencial sobre el parque Los Caobos desde el foyer del Teatro Teresa Carreño, —antes de su expropiación— esto es un maravilloso concierto ofrecido por la naturaleza.

“Desde pequeña escuchaba música, siempre me encantó. No recuerdo un hecho específico o un instante en el que haya sentido el llamado de la música. Siento que siempre estuvo allí y fue creciendo.

“La música es el oxígeno que necesita el espíritu. No concibo la vida sin ésta. Para mí quienes no la disfrutan están más muertos que vivos.

“Traté de tocar un instrumento, pero era una niña muy tímida e introvertida. Sin embargo, insistí tanto que mi madre me llevó a una escuela de música en la avenida Urdaneta para que me hicieran una prueba. Fui muy emocionada y después de hacerme un examen de admisión tocando una madera, el profesor me dijo muy circunspecto que regresara cuando fuera mayor de edad. No volví ni insistí más. El profesor era el Maestro Vicente Emilio Sojo. Desde ese momento interioricé que no tenía oído y se me quitó el entusiasmo por tocar el piano o cualquier instrumento. Soy incapaz de cantar ni el cumpleaños feliz o el Himno Nacional porque me da pena. Cuando crecí, escuché historias similares de algunas personas que no se dejaron frustrar. Éstas eran con el mismo maestro Sojo y a pesar de su juicio, no se dejaron amilanar y hoy en día son grandes músicos. Yo acusé el golpe por no haber sido una niñita rebelde, después fue que me liberé, pero ya era tarde, o al menos creí que lo era y canalicé con la lectura esas frustraciones. Soy simplemente un ser a quien le gusta disfrutar la buena música.

“La música me relaja en momentos de stress, me ayuda a la concentración y me conecta con mi mundo íntimo.

“Amo las Arias de Bellini, de Verdi o de Puccini en la voz inmortal de la gran María Callas, tienen su momento. La música de Mozart, Chopin, Ravel y Vivaldi siempre me acompañan. Me apasiona el Jazz. Tengo todos los CD de Stan Getz, recomiendo especialmente The Girl From Ipanema, The Bossa Nova Years donde participan Antonio Carlos Jobim, Joao Gilberto, Astrud Gilberto, Charly Bird entre otros. Amo la música brasilera, es extraordinario escucharla en las voces de Sinatra, Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan, por ejemplo. Los CD del cellista Yo Yo Ma me apasionan, Soul of The Tango, interpretando la música de Astor Piazzolla. El jazz latino también está dentro de mis preferencias, la música cubana, hasta los boleros. Cuando tenía mi programa en Jazz 95.5 FM, “Con Cierta Ligereza”, tuve la oportunidad de musicalizar mi espacio. Por suerte compartía gustos musicales con Omar Jeanton y Moraima Blanco a quienes respeto mucho.

“Gracias a ese programa que tuve en Jazz, pude difundir también la música de Cesaria Evora, Compay Segundo, Buena Vista Social Club, entre otros, que no sonaban en ninguna otra emisora. También apoyé a músicos venezolanos, como Huascar Barradas en su despegue. Hoy, en Frecuencia Mágica, me permiten colocar al menos dos temas en la última hora de mi programa Hoy por Hoy. Te confieso que la musicalización es una actividad muy gratificante y si me lo permitieran lo haría a lo largo del programa. Es tan hermoso descubrir que hay personas en el público con quien compartir el gusto musical

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