jueves , marzo 28 2024

Alquimia de fogones

Desoímos a Gottfried Benn -quien advirtió que en la cocina lo mediocre es insoportable- y adoramos a tres ídolos de la posmodernidad para saciar necesidades del modus vivendi globalizado: las pulgadas de pantallas LCD, la rapidez sin motivo y la anticomida chatarra, molecular o dietética.

Dietética I

Alguien se para en Ensaladas, elige dos florecitas y dice “¡selenio!”, cuando a nosotros nos parecía brócoli. El ejecutivo escoge trocitos de carne rosada mientras masculla “¡omega 3!”, cuando usted hubiera jurado que era salmón. Una modelo mastica algo que bautiza “¡potasio!”, a pesar de que tiene aspecto de cambur banano.

El planeta se deshiela al ritmo del calentamiento global, pero la locutora light, con sonrisa white y siliconas industriales, asegura que nada hay mejor que las algas de Madagascar ¡ricas en fósforo! ¿Qué se ven horribles y saben peor? ¡A quién le importa cuando lo ordena a nuestro cuerpo la sagrada biblia consumista!

Recomendaciones

Si va a hacer ejercicio matutino ingiera carbohidratos por la noche. Si tiene una entrevista consuma proteínas. Para la “depre” de las cinco trague fructosa y si no logra dormir, por favor, omita el exceso de diez gramos en la cena. ¿Dónde quedó el buen comer y dormir -compartido con una persona inteligente y sensual- en este mundo de linealidad acelerada? Mente y cuerpo -sublimado binomio de la Antigua Grecia- derivaron en antiestética y antiética tecnología de precisión.

Jorge Luis Borges dixit: “Siempre que hojeo libros de estética o de gastronomía, tengo la incómoda sensación de estar leyendo obras de astrónomos que jamás miraron las estrellas. Quiero decir que sus autores escribían sobre la poesía o comida como si ellas fueran un deber y no lo que son: pasión y placer sensual”.

Alquimista

Ella pica la cebolla. Tiene la mitad atada en su cabeza para conjurar que falsas lágrimas mojen el cuchillo. ¡Qué goteen sólo las verdaderas!, las vertidas secularmente defendiendo su casa, o sea, la cocina, porque no sobreviviría sin esos aromas ofrendados a míticos prometeos que robaron el fuego de los dioses. Ella es la bruja cocinera del fogón alquímico fabulado por Laura Esquivel. Entre probetas transmutadas en cacerolas, mezcla lágrimas con pétalos de rosas, chocolate con nueces, cremas aterciopeladas con maldiciones o ensalmos. Y al final deja caer una gota: la definitiva.

Altar de ofrendas

Entonces no habrá hombre que no se estremezca, ni mujer que no llegue al clímax. Los jugos iniciáticos desplegarán en la boca los hechizos del secreto guardado en las hornallas: el lapis filosofal de los fogones. Gotas de aceite mercuriales temblarán en cazuelas de barro. Los vinos bautizarán el mantel con sangre violácea.

Un sudor de cuerpos augura arabescos sobre sábanas, en tanto al contacto ardiente estalla el amor prohibido, “el único erotismo perfecto”, según Sartre y Françoise Sagan. La cocina derrama pasión sobre el comensal, quien prosternado ante el altar culinario femenino cree escuchar: “una pizca de inspiración y otra de locura./ Un octavo de risa aliñada con ironía,/ una taza de recuerdos y media de realidad./ Dos litros de lágrimas, una docena de emociones/ y cien gramos de fantasía a gusto./ Agregue sus ojos, sus labios y su cuerpo,/ mézclelos con los de su amante/ y revuelva a fuego lento durante una eternidad”.

Dietética II

La modelo traga su dosis de potasio y corre cual Barbie tras Ken. Luce curvas infladas por bisturíes y habla con vocecita plástica. Existe otro lenguaje, claro, pero lleva tiempo aprenderlo. Sin embargo, aún quedan palabras que sólo descifrará una mujer de carne, vuelo y fuego:

Búscame en el barro y más acá del olvido, ensúciate las manos y encuéntrame en mi vino. Revive la Experiencia del Impreso On-line

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