jueves , abril 18 2024

Suramérica se llama Alexis, Vargas, Godín y Caicedo

La gente los llama por sus nombres o apellidos como si fueran de la familia. Si pudieran, los invitarán a comer en casa, porque con ellos hay total confianza. En virtud de sus goles, Chile, Uruguay y Ecuador ondean banderas victoriosas en los primeros compases del Premundial Suramericano: ¿quién se atreve a detenerlos?

Los partidos en América del Sur son tan propios, tan tremendamente entrañables, que la gente asocia a los jugadores como si ellos fueran gente de la familia.

Los podemos invitar a cenar, y después a tomar el sabroso café: y cómo no, entre la comida, un vino tinto para acompañar.

Alexis, Vargas, Godín, Caicedo, los llaman en confianza. A ellos, particularmente, porque han sido ellos, en las dos primeras jornadas del Premundial Suramericano, la vanguardia de sus selecciones conquistadoras.

Chile está de última moda. Con ese fútbol movido y alegre, espontáneo y vivaz, le torció el cuello al cisne. Batió por toda la línea a Brasil, y Alexis y Vargas tuvieron la culpa con sus goles de fantasía.

Godín se llama el dolor de cabeza de Bolivia y Colombia. Y, más allá del lugar común, con toda propiedad, porque ha sido su dura cabezota la que ha enredado la pelota en la red con dos goles que tienen a los uruguayos caminando en los cables. No han hecho falta los ausentes Luis Suárez y Edison Cavani; solo un tal Godín.

El responsable y dueño del festín ecuatoriano dicen que se apellida Caicedo. Tumbó los pronósticos al quebrar la altivez argentina en Buenos Aires, y dejó a los porteños “con la frente marchita”.

Chile, Uruguay, Ecuador, vaya comienzo. El Premundial es un maratón de 18 partidos, pero lo que bien comienza, bien termina. Pero, un momento: ¿no vamos a hablar del agazapado guaraní? Expertos en celadas, con postgrado en emboscadas, los paraguayos tendieron una trampa a Venezuela y empataron con los argentinos. Fieles a su prédica de 100 años, esperan escondidos detrás de las piedras el momento de dar el zarpazo.

Sin James Rodríguez, Colombia parece otra, como una miss sin operaciones y después que le quitan el maquillaje. Con Perú pareció que sí, pero ante Uruguay pareció que no. Tiene tres puntos, en la zona templada de la clasificación, y a la espera de lo que pueda pasar.

Brasil, al contrario, parece que no, pero de súbito parece sí. Los chilenos le bailaron cueca, pero a Venezuela le metieron, sin Neymar presente, una samba hirviente, de esas de martes de carnaval en el morro de Madureira.

Argentina está por arrancar. Mira hacia el horizonte y ve dibujada, apartando nubes, la figura de Lionel Messi. ¡Ay, Messi!, cuanta falta hiciste ante Ecuador y Paraguay, cuánta falta. Pero no importa. Con la “Pulga” o sin ella, la camiseta albiceleste no se puede permitir que el Mundial de Rusia se juegue con su ausencia.

Desde lejos miran los acontecimientos tres outsiders. No les han salido las cuentas ni sus planes, si es que los hubo. Los peruanos han visto pasar a su lado a colombianos y chilenos, y su buen jugar, su exquisito pie, ha parecido fuera de onda.

A Bolivia no hay quien le rompa el maleficio. Atascada en el pantanal de su estancamiento, perdida en el bosque de su mal fútbol, está, como desde hace tantos años, infinitamente lejos de conseguir algo importante.

A la Vinotinto se le agota el lenguaje. Lejos de sus ideales, parada en el pie de la montaña sin dar un paso hacia la cumbre, solo le queda confiar en una fe que se desmorona y que en este noviembre podrá hablar claro.

Las cosas solo comienzan, y la larga distancia puede ser amigable o un desaliento. ¿Quién apuesta por quién?

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